Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. En Filosofía

Nos gusta hacer lo prohibido a los seres humanos, tenemos nuestra esposa, sin embargo buscamos a una amante, y peor aun por momentos sientes amar a la amante mas que a la madre de tus hijos; otros tenemos responsabilidades financieras en el Estado si embargo creamos mecanismos para robar o disfrazar el robo al Estado, nos gusta hacer lo prohibido, como Policías nuestro deber es cuidar al ciudadano y los bienes del País sin embargo acudimos a recoger las donaciones  condicionadas a los transportistas, nos gusta hacer lo prohibido  mentimos cuando deberíamos decir la verdad, engañamos cuando podríamos simplemente hacer lo correcto, nos gusta hacer lo prohibido, al jefe le decimos que es bueno cuando nuestro menta opina la contrario, nos gusta hacer lo prohibido, le hacemos creer a los candidatos que lideran las encuestas, que son fijos, que van a ganar, cuando en verdad ni la gente piensa aun en las elecciones y mas están afanados en ganarse el pan de cada día, a los enfermos sin remedio les damos esperanzas de vida, de buena salud y les creamos mentiras blancas de pronta curación y recuperación, nos gusta hacer lo prohibido, sexo antes del matrimonio , pero para ti la ortodoxia eclesiástica te resbala, pero tampoco manifiestas tu liberalidad inconsecuente, los gobernantes le dicen al pueblo que habrá mas trabajo, que los empleos crecerán , que se terminara la pobreza, nos engañan, siempre lo han hecho, nos gusta hacer lo prohibido para que luego la hipocresía individual de mostrar lo que no somos  sea nuestro baluarte, la simulación de buena persona que exponemos, armamos nuestro curriculum vitae u hoja de vida profesional  e implantamos líneas de ficción de nuestro actuar profesional que nunca hemos sido, nunca hemos sido claros , transparentes, límpidos, diáfanos, nos gusta la inmundicia, la suciedad, la roña, es que el mundo es asi y nosotros su reflejo, su mas alta construcción de peripatético humano que lo único de consciencia que inviste es su yo interior al cual no le engaña, ni le miente , pero este mismo yo es el que le impulsa a hacer lo prohibido, estar ni en lo malo ni en lo bueno, sino en el limbo de la espera , listo y presto de dejar de hacer lo prohibido, cuando nos clama la llama de la justicia y la verdad , mientras tanto, la carne seguirá siendo débil y el espíritu fuerte, pero ante tantas ofertas que hay en el mercado existencial, solo te queda decir lo que piensas pero actuar lo que sientes, en fin, “ad baculum ad hominem”.